Primero me buscan en la niebla,
vagabundos de un círculo de arte.
En un momento de frenesí patológico,
las nébulas del trópico incendiario,
Extienden un telar sin fin,
guiadas por el pólice ruin de Dios.

Primero me buscan en la niebla
en un rio de instantes cruciales
y los vestigios que quedaron postergados
para el ego de una próxima era.

Trasunto el día yerto de sangre,
Palabras que caen como dinteles en hoguera
Lo precario del cielo avanza.

Divisé en pujante cansancio,
El nombre tatuado de su hija

En el brazo furioso del fútil mancebo,
Negándose a trazar la sinonimia decretada
Aquella tarde-noche.

Mis piernas como clavas apenas sostenidas
En los viejos zapatos,
entumecidos en su sangre azulosa
observaban el salón quieto,
en triste panorámica de fin de jornada vespertina.

Porque de un cristal líquido expele una voz fatigosa,
Que retorna al menester primigenio
De aumentar su arca
Y pagar el sobreendeudamiento literario,
contender la presunción
de imprenta y manufactura.

Colectivos que se sustentan a sí mismos
con la pluma tímida del artista marginal,

practicando la ablación de su médula,
hasta dejarlo en el olvido de circuito intelectual,
en un impuro y avaro deporte de marginal elitismo,
como fue y ha sido
hace tanto tiempo,
todo este tiempo
que me he encontrado a mi mismo
vagando en la niebla,
bosquejando en un boleto de micro
o en la papeleta de pulpería
Indicando el empréstito
por el envase de la cerveza más barata.