Junio, Santiago de Chile del 1923,
Aparecieron los restos
De Efraín Santander.
Así comienza la historia
Que les contaré.

Portada en todos los diarios
De la ciudad conmoción:
Suplementero extraviado.
Periódico La Nación.

Fue apareciendo por partes,
Envuelto con precaución.
En las “Cajitas de Agua”,
Flotando se lo encontró.

Se busca por asesino
Alguien que sepa cortar
Con frialdad y maestría
Las partes de un animal.

“Matarife o cirujano”
Supuso la población.
Nada de eso era cierto:
La asesina no es varón.

Rosa Faúndez, la doña,
Que a su marido mató
Con un palo en la cabeza
Después lo estranguló.

Parada frente al estrado,
La Rosa se confesó:
“Yo me declaro culpable,
Fui quien lo descuartizó"

“Que, con mis 32 años,
No quise más aguantar
Los golpes de ese borracho.
Lo he decidido matar”.

Pero los jueces no escuchan
O no pueden soportar
A una mujer asesina
Que mate por voluntad.

“Fue víctima de la histeria, de fragilidad.
Seguro que en las noches se pone a llorar…”

“Doce años y un día,
Eso la redimirá”.
Dictaron como sentencia,
Hombres de terno y de frac.

Solo del hombre es derecho,
El impulso de matar.

Rosa Faúndez lo ha hecho
Por pura casualidad.

Rosa Faúndez, la doña,
que a su marido mató
Con un palo en la cabeza
después lo descuartizó.