Esta noche acechas desde otro mundo y te pertenezco aún sin conocerte. Ni siquiera esconderme en la más alta de las torres podrá protegerme de lo inminente del caos que traes y busca absorberme.

Ohhh que bien dormirás, sin tener ya tu cabeza y su pensar. He visto tu imagen caminando en un millón de sueños y tus ojos exclamando: liberáme!

Me veo correr hacia las olas y adorar al eclipse mientras cruzamos el umbral de la razón que gira en espiral. Y en la destrucción del cosmos que nos aprisiona hay un abrazo y un beso con sabor de eternidad.

Hayamos gracia divina en el trance que nos hechiza y nos hace bailar en el jardín celestial. Soy una ilusión que atraviesa todo, dejo de tener resistencia a lo material. Me disuelvo en tu poder y te entrego todo lo que soy.

Que viaje tan singular, oh amor que me llenas de a pocos pero resplandeces en la posteridad.

Escucho lamentarse las almas en el séptimo infierno,
Mientras deposito mi boca en tus fríos labios,
Y Respiro el aroma de la antigua Antioquía,
Acariciando con mi rostro tu perfecta piel de mármol,

Y el joven Dios se hace visible,
Extendiendo su poder donde funde el aire y el fuego,

A mi paladar llega el sabor divino de la ambrosía,
Al recorrer con mi lengua tu lugar más sagrado.

Mis ojos miran tu rostro,
En donde nace mi pasión,
Los tuyos miran al abismo,
En donde ha muerto mi razón.

Liberame, Liberame, Líberame y no me dejes nunca despertar.