Lluevo en soledad el proceso, vivo con ador y venzo, el miedo intenso, el desconsuelo cuando mueren las verdades y se caen las deidades, no hay razones solo yaces, solo vives si renaces, vuelve al rio, no hay edades.
Hace tiempo que quebré el espejo, que rompí el silencio, que morí al intento, y arranque mis sesgos de este cuerpo en esta época en este hemisferio de arte de vitrina, las venas abiertas son de América latina.
Irse caminando la avenida dibujando con los ojos diluviando, con las sales transformando la presión en los ovarios, la visión de hacerse pájaro, la desnudez, el cántaro, los días de naufragio.
Darse al ser poético, la mística enigmática, la vivida palabra, en el lenguaje la gramática, la ingravidez, la cándida ventisca en tierras cálidas, la sensación inhóspita de la ausencia alargada.
Todo lo que digo, todo lo que siento, todo lo que hago, en este valle de flores y fango, sin afán, ni fama, poco humana, quien me escucha es porque llora y sangra desde las entrañas, anímala extraña, , entregada a las ventanas, a los versos de Unamuno, al delirio en el plenilunio y el absurdo que nos llama, a la hondura del silencio, la sed de conocimiento, que luego destruyo en verso con poemas que hoy me salvan. Nada es lo ves, solo se que nada se, soledad de ser, soli salir, del sol nací, al sol volví, en la luna me encontré, poco a poco lo viví, con el tiempo lo entendí y también solté. Bis
Amanecía en esta cumbre y ya no éramos niños, con la costumbre convenida y la melancolía, con la manía de escribirle a lo que nunca fuimos, y esa agonía de perderse en la monotonía, occidentales irrumpieron desde la violencia, por adueñarse de estas tierras y colonizaron, ahora mis letras las escribo como resistencia ante el olvido la memoria de quienes lucharon
Prefiero el arder y no verme apagarme,