Mastico la tragedia con los incisivos del tiempo
La némesis en el silencio
De orillas encadenadas a la arena y al agua
Que riega la rosa de los vientos
Rasco los cimientos de escombro
Hambrientos de civilización y hartos de barbarie
Y encuentro cuerpos con carné de ser nadie,
Jirones de memoria por los restos de esos torvos
(Ojos), y de aquellos regreso a tus
(ojos), de brillo fino, ínfimo y ladino,
Como el filo lívido de un neutrino
En la inmensidad postrera del estómago del cosmos
Mi yo interno arde en la pira de
Mi tú externo relatado a aquel
Que esté oyendo como los vientos
Los bebos por y los adorno de usted
(Somos), rescoldos de un astro
los hombros inanes del cosmos,
los monos finales del catastro, del género homo, ¡catástrofe!,
os conmino a la unidad con un apóstrofe,
Mi cultura como una válvula y oropel
Ante la espesa sacralidad de tus apóstoles
Insístole en que tome mi té sin epítomes
y se relaje como en diástole
Traigo trigo, vid, olivo
juntos como las columnas de un triglifo
y el oro de Escitia custodiado por grifos
como ofrenda, ya que mi generación ha cansado a este siglo

Stepansky y Tráckalazz son alma y fe
reminiscencia dadá al cabaret Voltaire
ruido tabernario en dulce «savoir faire»
por y para usted.