Cuando vemos la ciencia convertida en esa autoayuda que, ante los demás, nos hace pensar que somos más inteligentes. Cuando un cura realiza tratados sobre historia y/o filosofía, mientras la tinta de su pluma contiene los llantos y traumas de un niño.
Cuando adoramos el cosmos, sin saber que la belleza iluminada de sus cuerpos celestes es la vívida representación de la Muerte.
Cuando la mayor Guerra Santa se desata en una cena familiar, pues, tus parientes rezan y vos estudiás.
Cuando tenemos certeza de que algo es verdadero e indiscutible “según estudios científicos” (…)
En ese momento explota el Big Bang Eclesiástico,
donde la onda sonara llega hacia vos gracias a S. Terrícola y los balbuceos del negro Gulántropo.