Vino al mundo con dos migas,
con dos migas bajo el brazo.
Y su padre fue el enigma
de un asunto entreverado.

De la madre ya no sabe,
hasta el alma le pesaba.
Eso dicen los de al lado,
los de al lado de la llaga.

Varios golpes sin atajo,
salta y corre su deriva.
Tizne y calles muy temprano
le forjaron las aristas.

Sin embargo,
y esto es casi inexplicable,
Gardelito lanza al aire
una voz como de peltre.
Guarda un cielo con refugio
de escondida y barrilete
en destellos de su cruz.

Unos versos se le caen
en abrazos errabundos.
La cerveza como pista,
un colchón en el submundo.

Un juguete donde esconde
su ternura de las burlas.
El cobalto en la mirada,
calza y viste la bravura.

Tantas vidas como un gato
obligado a la aventura.
Ilumina cuando canta,
saca brillo a la penumbra.