Todo se consumó, tus padres se van y te quedas contando el resto de tu historia y tengo que hacerlo pronto, parar en cada esquina y escribir para no retar a mi memoria. Camino hacia adelante y siento que los momentos lúcidos aparecen de diversas formas, entre flashback de los viejos diciéndome, hijo, disfruta que la vida es muy corta y a quien le importa si expongo mi intimidad en poemas que solo a mí me confortan, ante la mortandad de insensibles que no oyen que no ven que la respiración se me corta.

No estás lejos, yo te siento muy cerca, puedes oírme pero no tocarme espérame cuando amanezca. Mi vida es parte de ti, tu eres mi canción perfecta. Así que gracias, por lo que soy por lo que hay, por lo que me queda.

Aun puedo ver a mi madre en su máquina de coser tejiendo sueños en una larga espera, del mismo modo a mi padre arreglando un viejo radio buscando una señal que nunca le llega, un sacrificio de cada día y cada noche que nadie aprecia y tres jóvenes almas que se desperdician cambian de piel de colmillos y se ponen en venta. Partí sin temor y llevo mis maletas a cuestas, para adelante y sin mirar atrás hijo no te devuelvas, no te arrepientas, no te arrepientas no, no te arrepientas no.

No estás lejos, yo te siento muy cerca, puedes oírme pero no tocarme espérame cuando amanezca. Mi vida es parte de ti, tu eres mi canción perfecta. Así que gracias, por lo que soy por lo que hay, por lo que me queda.

Diferentes espejismos sumergen nuestras vidas, a veces salimos de ellos otras no tanto y terminamos desangrados en lágrimas sin salida, solo quedan restos, huellas, cicatrices del pasado y una larga lista de oportunidades perdidas, el insabor de la nostalgia de lo que no pudo ser y que será esa puñalada en el pecho que te aprisiona todos los días, toda tu vida hasta el fin de tus días.

No estás lejos, yo te siento muy cerca, puedes oírme pero no tocarme espérame cuando amanezca. Mi vida es parte de ti, tu eres mi canción perfecta. Así que gracias, por lo que soy por lo que hay, por lo que me queda.