Felipe regulaba con sus gruesos dedos el termostato de nuestro apartamento
El microclima que se creaba imitaba la periferia de Bogotá
Y siempre se apostaba cerca de su mirador
Con un cigarrillo de tamarindo en la boca
Para esperar a los clientes y comenzar una lucrativa compraventa de sustancias filosóficas
Misteriosas

Porque, digámoslo, Felipe era la prueba contundente que todo leghista va buscando

A menudo proponía negocios a los que según él nunca podría resistirme
Como esa bicicleta sin una rueda o esa deliciosa pecera para los peces
Sus vivaces ojos de reflejo a menudo se posaban sobre piezas de mobiliario de la casa
Y sus manos estilográficas se apropiaban de ellas de manera indebida

Porque en tu proverbial prudencia rousseauniana
Felipe, estableciste que en el fondo nosotros, los otros compañeros de piso
No necesitábamos realmente una mesa de cocina
Sagaz

Felipe Andrés Iván
Con una potente patada rompió la cerradura de mi habitación
Felipe Andrés Iván
Y robó mi guitarra, mi taza, mi almohada, mi abrigo
Felipe Andrés Iván
Los raros momentos en los que no me asustaste, esos nunca los robarás
Felipe Andrés Iván
Me enseñaste los dos únicos métodos que funcionan para superar el capitalismo

El sueño y el robo
El sueño y el robo, da di da da, da di da
El sueño y el robo
El sueño y el robo
El sueño y el robo
El sueño y el robo
El sueño y el robo, da di da da, da di dao
El sueño y el robo
El sueño y el robo
El sueño y el robo
Da di da da, da di dao

El sueño y el robo

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