Quise sentarme
en este arduo camino constante
donde cerré los ojos para mirarme,
calle la boca para escucharme,
aquieté el cuerpo para moverme,
dejé de buscar para poder encontrarme.
Me ahogue en confusiones
e ideas tontas
para prestar atención
a lo que mis poros brotan.
Entendí que en el interior,
todo nace y se destruye,
todo aumenta y disminuye,
se derrumba o se construye,
se aleja o se acerca.
La paz
sin la guerra
No es paz
y la Guerra
sin Paz
no es guerra,
la verdad
que puede decirse
ya no es verdad,
no podremos ver la luz
si no existe la oscuridad,
en la división hay dos caras de la unidad.
No solo somos opuestos,
somos complementarios.
Una existencia inexplicable
como un milagro.
Un lenguaje no hablado,
pero aquí estamos,
uno rapeando y otro escuchando.