Yo no escribo la noche.
Yo no escribo la noche.

Presa de mi decir,
cansada de hundirme en lo que debo escribir.
Hoy, solo me quiero ir,
olvidarme un poco más
y en el silencio residir.

Yo no escribo la noche, la noche me escribe a mí.
Yo no escribo la noche, la noche me escribe a mí.

Presa de mi decir,
hundida en mí misma, presa dentro de mí.
Hoy, solo me quiero ir,
me tardé… un poco me perdí.

Y no quería que me rompieras,
dejé mi alma y mi vida ahí.
Y te agradezco que me quieras,
pero amándote solo caí.

La oscuridad propia
choca con la luz del día
y no es por valentía.
Dejar de verte y frenar
es para pausar las voces,
no salirme con la mía.

Insoportable la piel que hoy habito,
no se resignan a la pérdida ni mis escritos.
Hasta cuando no nos vimos,
incluso de esos momentos tengo los recuerdos vivos.

Cuando me escondo en mis vacíos,
pienso en lo que creo que fuimos,
dudo si de verdad compartimos
ese fuego que sigue dentro mío,
ese fuego que sigue dentro mío.

Escondí tanto lo que soy,
y me salió tan tan bien
que, al final, nunca lo encontré.
Ya no solo en madrugadas,
siendo pesadas mis piernas,
siento pesada mi piel.

Te fuiste,
pero no dejo que me consuma;
hay que saber apreciar lo triste,
ese otro sol que alumbra.

Y, cuando digo todo esto,
no hablo de vos,
le cuento a mis deseos
que la que manda soy yo.

Ya no me desvelo pensando
qué hacer para que alguien sea feliz.
¿A dónde se van las cosas que no dejamos ir?

Insoportable la piel que hoy habito,
no se resignan a la pérdida ni mis escritos.
Hasta cuando no nos vimos,
incluso de esos momentos tengo los recuerdos vivos.

Insoportable la piel que hoy habito,
no se resignan a la pérdida ni mis escritos.
Hasta cuando no nos vimos,
incluso de esos momentos tengo los recuerdos vivos.