El Efecto de Realidad est une chanson en Espagnol
No hay reglas, no hay formas, no hay nada.
Vivir es un prolongado
y sentido plano secuencia anclado en un contrapunto, marcado por el laconismo. Breve,
como la lista de supermercado de un solitario
dictada por el monstruo
que nos mora residualmente y nos revela
que nos faltan contradicciones conscientes. Aquí está,
llenando la casa con sus aullidos
caos de barro, miedo, mientras el cielo
es atravesado por mil carruajes. Sepan ustedes que a mí
no me pasa desapercibido cómo funciona todo esto.
Falta saber
por qué se detiene la bolilla en un lugar; la prisión sintáctica la presión dialéctica.
Nos sobran artilugios retóricos nos faltan pétalos de orquídea
y un submarino de las fuerzas armadas argentinas.
Nos sobran gestores turísticos literarios, nos falta subir el umbral del miedo.
Nos sobran fundaciones que enjabonan activos
con el verso del arte y la cultura. Nos sobran posteos,
selfies, cínicos, abogados, camioneros, desocupados, telemarketers.
Coaching ontológicos sobran.
Nos sobran hinchas de Boca
con sus camisetitas, con sus cantitos,
con su unitarismo de provincia. Liberales con recibo de suelto; monotributistas, gorilotributistas.
Sobran escritores
atascados en la maldición setentista, en el dique Borges.
Sobran intelectuales que se definen
como intelectuales, esos
sobran todos.
Sobran series malas, cervecerías artesanales.
Y hay un montón de músicos, con sus banditas,
sus cancioncitas, con sus flyers, sus fotitos:
nadie los necesita.
Con su montón de instrumentos comprados en cuotas
con extensiones de tarjetas de crédito, prestos para forjar el indie del futuro.
Y con aguinaldos y canutos no declarados a sus parejas
para forjar el rock del pasado.
Emprendedores nos sobran, especuladores sobran, cambiadores de cheques sobran. Sobran garcas,
usureros
y sobran dibujitos naïf
como los que hace Milo Locket,
que tiene un poco de todas las cosas que sobran:
ese sí que sobra.
Los banderines de colores sobran. Sobran chetos bailando cumbia.
Y sobran negros, en este país de negros chetos,
como los BMW, como Nordelta, como Miami.
Sobran menemistas que no saben
que son menemistas.
Los periodistas sobran.
Los periodistas que hablan de periodistas y los que solo hablan de peronistas.
Y periodistas sin bautizar sobran
en TN.
Sobran fenómenos discursivos que dejan siempre las cosas en el esquema
de la superestructura. Sobran malos lectores, los frívolos sobran,
los posmodernos.
Sobran eunucos
que organizan partidos de fútbol mixto.
Faltan histriónicos rostros, como el de Diego Armando puteando al Olímpico de Roma como reinterpretación
de la comedia griega, donde el coro,
en lugar de dialogar,
es interpelado por el héroe mitológico de facultades sobrehumanas.
Acá sobra simbología masona:
en las iglesias, los templos, en Salta,
en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en La Plata,
en los flyer de las bandas
de los diseñadores gráficos.
Las pirámides son sociales como las peras
y sobran,
porque en la Argentina todas las clases sociales son marginales
y la más marginal es la clase alta.
Faltan frases en guarany en el argentino coloquial y faltan remedios
que cubra el Pami, la obra social. Sobran boludos:
boludos con tarjetas de crédito, boludos con mujeres que les obedecen, boludos que lavan el auto
los domingos a la tarde.
Sobran palabras de la jerga
de administración de empresas, de la jerga
Duranbarbista, de la jerga TEDex,
la herencia semántica de la relativización, de la desactivación, del vaciamiento,
legado de fino espesor, que repiten como mantra
esos manuales de autoayuda. Y nos faltan pibes,
que no crean
que la doctrina peronista, es un comic de Marvel.
Faltan espacios libres para pensar
lo que no se debe. Y sobran eventitos. Falta verdad,
pero la verdad, en la posverdad
¿A quién le importa, la verdad?
Presos del lenguaje.
Falta hacernos el aguante.
Falta pensar cómo asumen
la lógica de acumulación de capital los activistas duros
de lenguas blandas.
Progresistas en todo, menos en lo económico.
Falta marxismo positivista
y sobran pibes que confunden a Perón con el Che Guevara, con Mao Tse Tung,
con Homero Simpson.
Lo que falta es fe. Sobran religiones.
Falta un jardín de esperanzas, donde ir a cortar una,
cuando uno se queda sin.
Sobran
lugares comunes. Falta camorra.
Falta que el gordo cagón, de Corea del Norte,
se acomode los huevos, y le clave una pepa
a la gorda Trump,
esa Elisa Carrió de ellos.
Falta,
que el efecto de realidad,
deje de forjarse en otro lado.
Y sobran
todas las cosas
que no le den una salida de toda esta mierda
al ser humano.
Falta un lenguaje primordial
que no pueda devorar el marketing. Falta la palabra,
por fuera del lenguaje que nos abra la puerta.