En un mundo de sueños y maravillas,

Alícia se adentró en mil pesadillas.

En busca de respuestas y razones,

se embarcó en sus propias emociones.

En el diván del psicoanalista,

le confesó con calma su lista.

De extrañas criaturas y situaciones,

llenaban su mente de transformaciones.

El Conejo Blanco, agitado y veloz,

le mostró un camino hacia su interior.

Donde el tiempo se esfumaba sin cesar,

y la realidad se empezó a desdibujar.

En el País de las Maravillas,

extrañas criaturas la acompañaron.

El Sombrerero Loco, con su risa inquieta,

y la Reina de Corazones, cruel y completa.

En cada encuentro, una lección aprendió,

reflejando conflictos que no reconoció.

Sus miedos, sus anhelos, su identidad,

se manifestaron en cada surrealidad.

Pero al final del viaje, la verdad se esclareció,

el psicoanalista vivió lo que Alícia soñó.

Descubrió que ella era un sueño proyectado,

una parte de él mismo, del subconsciente creado.

Aunque el sueño se desvaneció en un instante,

el recuerdo y las enseñanzas son vibrantes.

La importancia de explorar nuestra mente,

y enfrentar nuestros demonios, por siempre presente.

Así, el psicoanalista entendió,

que Alícia, en realidad, nunca existió.

Pero su legado perdurará en su memoria,

como un recordatorio de su propia historia.