De nuevo aquí está el guerrero, plantado en el pedestal, con el timbre sabanero, criollito y sentimental, como vengo de mi llano, traigo repleto el morral, de un palabrerío muy sano, revuelto en lo musical.
crpa no me deje sólo, maestro registre el guaral, que aquí llegó un Juan Berdolo, sin aires de caporal, dispuesto en el instrumento, si se aparece un rival, que me demuestre al momento, si tiene o no material.
Y no que me ande mirando, como pollo a grano e sal, porque yo no ando jugando, ni durmiendo neonatal, y con tal potro relinche, con silla, freno y bozal, yo no abandono el bochinche, ni amagao con un puñal.
Gracias a mi dios bendito, padre de lo universal, que me dió un corazoncito y alma descomunal, con ellos voy por la vida, auténtico y sin igual, superando las caídas, con un enfoque total.
El sol recio en la sabana, para mi es lo más normal, mucho menos me amilana, ni rebalse ni raudal, no se me apocan los bríos, si se aparece un caudal, pues me le zumbo a los ríos, con un instinto animal.
Esa determinación, ha sido fundamental, poniéndome en la ocasión, de ocupar este sitial, y después de tragos amargos, puedo mostrar como aval, lo que he logrado a lo largo, de mi trayecto vital.
Cómo negar que me aflige, en mi fuero personal, la vez que a Elorza le dije, adiós en el paso real, me voy mi tierra llanera, con un dolor infernal, por una hermosa veguera, que me dió un golpe brutal.
Hoy al paso de los años, aprendí lo primordial, a nadie causarle daño, y a ser honesto y leal, y no juzgar la mujer, que me amó y que pagó mal, ya que en dolor y placer, se sufre y goza igual.
Hoy le alabo y le bendigo, su linda unión conyugal, que yo conservo conmigo, una familia ideal, y le deseo sin desdén, con sentimiento legal, que siempre le vaya bien y nunca le vaya mal.
Ya como humano he vivido, lo triste de lo fatal, y hay seres por los que pido, su puesto en lo celestial, mi viejo Eduardo murió, con un infarto letal, y mi vieja falleció, con un cáncer terminal.
También me aflige la muerte, de mi rucio ""el vendaval”, aun miro su cuerpo inerte, tirado sobre un barrial, eso fué un julio lluvioso, regendiendo un pajonal, cuando un verraco mañoso, le picó la femoral.
Bueno pues amable audiencia, ya voy llegando al final, y disculpen mis vivencias, que tocan lo emocional, les agradezco y les quiero, con un cariño especial, la bendición del guerrero, y un abrazo fraternal.