Me llamo Jaime, tengo once años,
voy a clases siempre temprano.
Cuando sea grande quiero ser doctor.
Me gusta el cielo y sus nubes blancas,
el Nintendo, hacerme el enfermo en casa
y las niñas, aunque aún me dan pavor.
En los recreos el miedo empeora.
Mi cuerpo ya no soporta
el boxeo que se practica en él.
Mi único amigo es imaginario,
el testigo de todo el daño
que unos niños más grandes que yo me llegan a hacer.

Alguna vez me dijeron todos tenemos un ángel guardián,
pero yo no sé donde el mío estará.

¿Y si me voy?
Me pregunto si alguien me extrañará.
¿Y si me voy?
Espero que mi mensaje pueda llegar,
pero si me quedo todo quedará igual.

Me llamo Jaime,
tengo veinte años,
voy a clases siempre amargado.
Cada domingo me gusta ir a cazar.
En psicología siento tantas miradas
que juzgan más de lo que callan.
Mi única amiga es la soledad.
Nadie me entiende. Me tratan de loco,
quizás lo esté un poco,
si extraño mucho al niño que no fui jamás.

Mis compañeros no tienen idea
del miedo que les espera.
El próximo lunes será como un domingo normal.

Alguna vez me mintieron no todos tenemos un ángel guardián.
¿Quién sabrá donde el suyo estará?

¿Y si se van?
Me pregunto si alguien los extrañará.
¿Y si se van?
Espero que mi mensaje pueda llegar,
pero si se quedan todo quedará igual.

Si me quedo todo quedará igual,
pero si nos vamos, no sé si en el cielo nos dejen entrar.