No conoces tú la historia
de Juan Salvador Gaviota?
Cántala cuando en tu viaje
te ataquen y te sientas sola.

Un nuevo sol pintaba de oro
las ondas de un mar en calma.
Mil gaviotas revoloteaban
buscando resto entre las barcas.

Solo y alejado,
a otro lado de la playa,
Juan Gaviota lava sus heridas
después de una brutal caída.

Quería volar más arriba
y sus alas no le dejaban.
Quería volar más deprisa
y ya cuando apenas veía
él se orientaba
por la luz que reflejaba
en la noche oscura
la luna en el agua.

Y su familia le humillaba
por no seguir las normas de la bandada.
Porque Juan Gaviota de este mundo
volar era lo que más amaba.

Y mil veces más él cayó
y ya con las plumas desbaratadas
se juró ser obediente y volver
con sus gaviotas hermanas.

Pero no tardó mucho tiempo
en romper su juramento,
la idea de un nuevo vuelo
se le iluminaba por dentro.

Plegando sus alas,
Salvador lanzaba
su cuerpo en picado
a mil metros sobre el agua.

Y sin miedo a la muerte
y ya cerca del alba,
Juan había encontrado
una razón en su alma.
Ay, una razón para ser libre.
Había superado
todos los límites de una gaviota,
volando por encima de los
trescientos kilómetros por hora.

Y como ofrenda para los de su raza,
sin darse cuenta
había descubierto la danza.
Y en desafío mortal con la acrobacia
rizos de gloria en el aire traza:
balance lento, balance en punta,
barrena invertida...!
Nacen de una pasión
por la verdad desmedida.

Era ya de noche,
el futuro de las gaviotas prometía.
Cuando Juan llegó a la playa
estaban todas las gaviotas reunidas.

Formaron un corro a su alrededor,
todo el consejo le esperaba.
La gran gaviota se acercó
y le dedicó estas palabras:

Habrás de pagar
por tu irresponsabilidad temeraria,
quedas desterrado
a una vida solitaria.

Hermanas mías! -gritaba
Salvador Gaviota-.
Sus oídos zumbaban,
temblaba su vista.

Quién es más responsable
que quien ha encontrado
un significado,
un fin más alto para la vida?

Ay, Juan Gaviota fue expulsado
y nunca Juan se arrepintió
del precio que había pagado.
Voló a través de espesas nieblas
y subió sobre ellas
hasta alcanzar cielos claros.

Y después de cien años
dos gaviotas de pura luz de estrella
vinieron a elevar a Juan
y Juan Gaviota fue con ellas.

(Plegando sus alas,
Salvador lanzaba
su cuerpo en picado
a mil metros sobre el agua.

Y sin miedo a la muerte
y ya cerca del alba,
Juan había encontrado
una razón en su alma),
una razón para ser libre!

Si estás buscando tu estrella en el cielo,
cuídate de seguir falsos luceros
que no son luces,
que son espejos,
que luz solo existe una,
que es la que sale de dentro,
que no son luces,
son espejos.