La sombra crece en la pared,
es sólo el día después y no dejás de temblar.
El aire
teñido de azul,
las cartas en el baúl que no se pueden borrar.

A veces
no es ni el perdón ni el olvido,
y lo que damos por perdido nos vuelve a encontrar.

Es frágil la felicidad que habita en otro lugar,
un descampado en la piel.
La próxima vez será igual,
viendo los planes marchar.
Está escrito en un papel.

Tesoros del fondo del mar
que nadie vino a buscar cuando el diluvio se fue.
Lo mas duro
es volver a armar un inventario, tal vez,
de lo que aún queda en pie.

A veces
no es ni el perdón ni el olvido,
y lo que damos por perdido nos vuelve a encontrar.
No sé muy bien si esta vez es lo mismo.
Un refugio
o un espejismo
en cualquier lugar.