30 noches vive una mariposa
pero vuela pensando que vivirá siempre.
Todo cuanto sueña cabe en esa brevedad.
Frágil. Inquieta. Desconoce la nostalgia.
Pedazo de aire que pestañea y late.
Su tatuaje alado sobrevuela
nuestra eternidad. Nuestra nostalgia.

Y se detiene. Un minuto. Detiene su vida
sobre la rama del roble.
Una eternidad de vida de mariposa.
Un instante de vida de roble.
El sol acaricia por igual a ambos.
La brisa mece con igual indiferencia a ambos.
¿sabe la brisa de la mariposa que una vez fue?
¿sabe la mariposa del gusano que fue una vez?
¿sabe qué tormentas desencadena su aleteo?
¿siente el latir de la savia bajo la roca viva en que se mece?
Breve. Efímera. Sus alas sólo sirven si no las tocas.
La primavera que habita en sus alas sólo vive si...

Ha pasado un minuto.

Alza el vuelo. La vida pasa. Aire que parpadea y arde.
Sin memoria. Apostando su vida al mejor aliento.
El cielo blanco. Arriba, nubes azules.
En el sueño de un roble, una mariposa.
Bajo su sombra, un latido hecho de tiempo.