Es tan fuerte el apego y la desilusión de saber que un día, algo cambiaría en la ciudad de Hebrón.
Sin compasión, violan derechos humanos del niño y del anciano en las puertas de Sión.
Levantan las manos, aprietan el puño. El mundo entero siente el daño, pero no el rasguño.
Así que no te engañes. No aceptes su juego. Es como quemar un bosque y mirar en silencio el fuego.

No pararán por ti, no pararán por mí.
No pararán, ni pararemos. No pararán, ni pararemos.
No pararé hasta que paren los charcos de sangre en las calles.

Me lo enseñó mi abuelo. Todo lo que sé. Lo que aprendí por amor a esta tierra, a este suelo. A este cielo.
Testigo del veneno. Secuaz de los misiles y los gases lacrimógenos.
Terrígenos. Ayer vi cómo caían. Por culpa de la teología, que tejía sobre el mapa de mi pueblo.
Cortándolo a pedazos. Colocando dueños. Cosiéndolo a balazos.

No pararán por ti, no pararán por mí.
No pararán, ni pararemos. No pararán, ni pararemos.
No pararé hasta que paren los charcos de sangre en las calles.

Y resistimos tras varias generaciones desgastadas. Olvidadas por un solo crimen. Ser palestino.
Por nacer dentro de la tierra sagrada. Por vivir en el lugar en que vivimos.
Y el destino? No aparece en la noche estrellada. Nos veremos el año que viene inshallah.
No se olvide camarada. Por cada bombardeo tendrá una intifada.

Dónde está la fe? Dónde está el camino?
Cuando te queman los zapatos y te roban los olivos.
Cuando queman tus zapatos y se roban tus olivos.

No pararán por ti, no pararán por mí.
No pararán, ni pararemos. No pararán, ni pararemos.
No pararé hasta que paren los charcos de sangre en las calles.