Yo soy hijo de la galaxia, nacido en planeta Tierra,
donde la especie humana está preparando una guerra continua, individual y colectiva, eterna
contra ella misma y cada mecanismo que el abismo encierra. Tierra trágame y errante déjame vagar
por los túneles azules que cubre el mar.
Todos dan a ti, y aunque así sepan disimular,
yo deambulo sonámbulo en tu bulevar.
Loba fundadora de Roma, del mundo que habitó el hambre: la lumbre que cava tumbas, que alumbra y que da calambre, te nombra y no calla nada. Tu sombra negra y alada
hoy da comer al pobre miel y cobre en la madrugada. Confunde ese yunque en su búnker mental
con la marabunta que irrumpe y se funde el metal. Yo regalo nubes de un lunes, urbes de cristal,
a la boca libre que pide pétalos de sal.
Porque todo en la vida no puede ser, la ambrosía allí arriba se va a acabar. Y yo no debo, ni puedo, ni quiero ver una luz que se funde en la oscuridad. Porque todo en la vida habrá de nacer, y uno crea al demonio y a la deidad.
Y aunque deba, no puedo ni quiero ser esa luz que se funde en la oscuridad.
Yo soy hijo de las perseidas, el cosmos y las nebulosas. Bebí de la gota que la copa de vino rebosa.
Que sea otro quien soporte esta pesada losa.
Nací una noche lluviosa: mitad verso, mitad prosa, como un mosaico libre y entrecomillado.
Por escrito o por decreto, creo que ya lo he explicado,
no es ningún secreto, estoy aquí desde que me invitaron. Llegué sin máscara, no sé qué fue que me quitaron.
Me visitaron tambores de nubes ebrias, y bueno,
haciendo propia la mirada del sentir ajeno
nunca pedí nada. Ahora mucho menos,
que el silencio del espacio espera a que lo parta un trueno. Bajo la tormenta, pensé no estar en lo cierto.
Peor que un alma sedienta será vagar un desierto,
o estar para siempre en deuda con el hambre que alimento, o actuar de forma violenta sin remordimiento.
Porque todo en la vida no puede ser, la ambrosía allí arriba se va a acabar. Y yo no debo, ni puedo, ni quiero ver una luz que se funde en la oscuridad. Porque todo en la vida habrá de nacer, y uno crea al demonio y a la deidad.
Y aunque deba, no puedo ni quiero ser esa luz que se funde en la oscuridad.