Música es el verbo, expresión del universo que regocija el alma.
El instrumento su amigo, amigo el músico que toca,
trayendo a este infierno terrenal la calma.
Leyendo partituras sin dormir por las noches,
pa’ luego hacer vibrar las partículas de estos fantoches.
Escúchola y olvídome de la razón, de la culpa y tus reproches.
Música en mi verbo, quiérome y quiérote,
corriendo por mis venas como sabia en ramas,
es parte del bosque de Sherwood como del Tibet los Lamas.
Música es el verbo de un mundo en movimiento,
verso del poeta que describe lo que está diciendo el viento,
lo que está diciendo el viento.

Cada vibración va apoderándose del aire que respiro.
Mágica inspiración que cuando fluye marca mi latido.
Cada vibración va apoderándose del aire que respiro.
Mágica inspiración que cuando fluye marca mi latido.

Tu energía, en plena sintonía con la mía,
compone melodías entre caos y armonía.
Afinidad única, música es el verbo
del idioma capaz de amigar a los pueblos.
Madera de cedro, en manos de un Luthier,
como funk de los setenta en un sampler de Premier.
Música es el verbo, la acción de renacer
cuando todos tus miedos se convierten en poder.
En cada yema que se afirma al diapasón,
en corazones que resuene mi canción,
música es mental, emocional evolución,
recuerdo a mi abuela tocando el acordeón,
estados de ánimo plasmados en sonidos,
música es el verbo y da sentido al rugir de tu latido,
imprescindible como el aire que respiro.

Cada vibración va apoderándose del aire que respiro.
Mágica inspiración que cuando fluye marca mi latido.
Cada vibración va apoderándose del aire que respiro.
Mágica inspiración que cuando fluye marca mi latido.